FRUSTRACIÓN, ANSIEDAD Y DESERCIÓN: EL IMPACTO DE LA PANDEMIA EN LA EDUCACIÓN DE NIÑOS CON DISCAPACIDAD.
- RESUMEN:
Marie Velázquez, de 41 años, recuerda su primer parto marcado por el dolor. El dolor físico de una cesárea de emergencia frente al colapso del cordón umbilical y el dolor emocional ante la gravedad del bebé, que pasó sus primeros tres meses de vida en terapia intensiva. “Se siente uno muy mal, pero yo creo en Dios y entonces le dije: ‘Creo que puedo con cualquier cosa, pero no te lo lleves’”, relata Marie. Patricio sufrió hipoxia en el momento de nacer, lo que le ocasionó una lesión cerebral que ha afectado a sus capacidades cognitivas y motrices a lo largo de su vida.
Hasta 2019, la familia De Loza Velázquez vivía en el Estado de Michigan, en Estados Unidos, pero las bajas temperaturas mermaban la salud de su hijo frecuentemente: en un año, Patricio llegó a estar hospitalizado seis veces por pulmonía. Por esta razón, sus padres decidieron regresar a México hace año y medio. Fijaron el lugar de residencia después de que Patricio fuese aceptado en uno de los pocos centros escolares públicos en el país para niños con discapacidad, el Centro de Atención Múltiple (CAM), situado en el municipio de Metepec. Hasta el año pasado, unos 628.609 alumnos con alguna discapacidad estaban inscritos en la educación básica, de acuerdo con las cifras de la Secretaria de Educación Pública (SEP).
La madre de Patricio asegura que tras más de un año de confinamiento su hijo aún busca su mochila por las mañanas para ir a la escuela. Él es de los pocos estudiantes que se han podido conectar a las sesiones virtuales, aunque su madre reconoce que no puede estar más de 40 minutos frente a la pantalla porque se cansa. “Cuando empezó la cuarentena no podía ni siquiera dejar de moverse, no podía atender a clase, cuando se desespera mueve mucho las piernas”, cuenta. Otras familias, indica Marie, no tienen internet o el tiempo para poder seguir las clases bajo esta nueva situación.
La familia De Loza Velázquez ha asumido una tarea que por ahora no pueden cumplir presencialmente los docentes ni los terapeutas debido a la pandemia. Ella dejó su trabajo como profesora y su esposo renunció a uno de sus empleos para poder ayudar en el cuidado de Patricio por las tardes. Ambos han extremado precauciones para reducir las posibilidades de un contagio, porque debido a la discapacidad, el coronavirus supone una doble amenaza para el niño. “Los pronósticos de los doctores son frontales: en caso de que tenga el virus tendría que ser hospitalizado. Partiendo de eso, lo hemos mantenido aislado, con todas las implicaciones emocionales que esto trae”, zanja Marie.
- CONCLUSIÓN:
Con esta noticia podemos observar cómo ha afectado la pandemia a los niños/as y todas las dificultades que existen en la educación especial. Como esta historia hay muchas más, existen miles de padres que tienen que dejar sus trabajos para ocuparse de sus hijos/as, ya que el sistema educativo en algunos países no aceptan a los niños con discapacidad en sus propios centros escolares, entonces son los padres quienes deben de educarlos y ayudarlos en su aprendizaje. Por ello, debemos de conseguir soluciones para que esta pesadilla termine, y todos los niños y niñas tengan el mismo derecho en todos los centros educativos.
- CITA APA:
Suárez, K. (2021, 25 de marzo). Frustración, ansiedad y deserción: el impacto de la pandemia en la educación de niños con discapacidad. EL PAÍS.
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